> Por Pasajero Doce
Buenos Aires caótico, siempre un corte de calle puede ser beneficioso. Estaba en el colectivo, me puse detrás de una que se dio cuenta y no quiso. Miro para la izquierda y una mujer joven de jean me estaba mirando. Me arriesgo y me pongo detrás de ella, quien se prestó enseguida al juego. Apoyó su cola contra mi bulto. Al lado había un pibe también joven que podía verlo todo, pero se hizo el boludo a lo largo del viaje. Ella restregaba su cola contra mí, lo que me incitó a bajar la bragueta de mi pantalón y así tener un mayor contacto con tan solo el slip de por medio.
Ilustración: Juan Cuello / Grupo Transentorno |
Eran las cuatro de la tarde. No había tanta gente en el colectivo. Fuimos silenciosos en nuestro contacto. Fue la primera vez que acabé haciendo esto. Un tiempo antes había encontrado un foro en internet de personas que practican esta modalidad de comunicar los cuerpos. Hombres y mujeres intercambian sus experiencias donde instauran códigos para reconocerse y mantenerse entre sí en anonimato, puesto que el anonimato es ingrediente clave en el juego.
Tanto el frotismo, el sexo casual como el sexo en público son prácticas tabúes juzgadas en muchos casos de manera severa y fanática, es por ello que tanto las mujeres como los hombres tenemos que ser muy cautos en nuestro hacer. Antes que nada observamos a nuestro alrededor que no haya nadie que nos conozca, ni niños o familias. Luego somos los hombres lo más expuestos ante la mirada ajena que nos descubre porque rápidamente se nos cataloga a nosotros de perversos acosadores que deben ser escrachados, denunciados o inclusive golpeados, sin importar que la mujer es consciente y da consentimiento.
El primer contacto es la mirada, con una mirada ya podés intuir si está interesada. Algunas se tocan el pelo mientras o después del contacto visual, y esto es una invitación. Una vez cerca de ella hay que elegir qué se va a hacer, si el juego de tocar o el de apoyar. Esta decisión es del hombre, pero los límites lo impone la mujer con distintos gestos corporales de rechazo y aceptación.
Una vez me sucedió que pude meterle mano a una extranjera y al parecer otro pibe que anda en la misma que yo se percató y aprovechó que la cola estaba muy buena para apoyarla, robándome a la chica. Ella prendió enseguida y no me quedó otra que quedar fuera de la situación.
En el subte es muy diferente respecto el colectivo respecto la duración para el ritual de encuentro. En el subte mayormente se puede hacer mucho más cuando está repleto porque nadie lo nota entre tanto empuje, pero también presta mayor confusión respecto al consentimiento de la otra persona.
En el colectivo, si no está muy lleno, una vez que se da la señal de aprobación se suspende la actividad hasta que suba más gente para no llamar la atención. Por lo general yo tapo con mi propio bolso, obviamente es más fácil esconder una mano que cuando la estoy apoyando.
También sucede muchas veces que el juego se inicia y tiene que posponerse hasta que haya más personas o la situación sea mejor. Muchas de esas veces también sucede que quedo de espaldas a la chica, entonces como no estoy en buena posición para meterle mano nos conformamos frotando nuestras colas.
A veces siquiera hace falta tocar ni apoyarse, es excitante un roce correspondido aunque sea en la mirada o partes del cuerpo que en apariencias no son erógenas.
He estado con mujeres desde lo convencional, pero soy tímido y finalmente encontré en los viajes la mejor forma para crear con otra chica un mundo aparte, un secreto que quiebra con lo esperado, y donde jamás me siento solo entre tanta soledad que cargan los demás en su camino al trabajo.